Pudo ser fácil
como prender un cigarro
y doblar la esquina
entre un rastro de humo,
después un café para continuar
y no se precipitarían las nubes
fundirían las rocas
ardería el aire
hasta el final de las lágrimas ya sin ojos.
De alguna manera fue así,
abrir un ojo antes de una pesadilla
y volver a dormir.
