Boris Milián Díaz

Epifanías y parodias

Siempre me gustó la noción de “Epifanía”. Creo que la primera referencia me vino de Fito Páez – Tus regalos deberían de llegar- y ese primer verso (“Epifánico silencio”). En algún momento encontré el significado. Conecté bastante con la idea de la ceguera contrapuesta a la revelación – no niego que soy susceptible a los símbolos religiosos – y estaba seguro de que era algo universal. Le podía suceder a cualquiera. No fue hasta después de leer a Hesse – particularmente Siddhartha y con alguna investigación sobre la vida de Gotama – que la idea se integró en mí. Me sentía cómodo sin el elemento religioso. No me creía tan especial como para que Dios viniera a darme tareas especiales y Él, de existir, tendría mejores prospectos. Pero me apropié el término.

Lo necesario

No necesito brazos un libro, un nombre, una casa una botella vacía o no,la mancha en el asfalto que es un hombrey que otros hombres pasan de largo y de la que otros sospechansigue allí cada mañanahasta la caída de la lluvia y después hay otro derramey otra manchay la completa futilidad de los brazos.

Pionero y guardián

Me contagié. Se suponía que fuera inmune pero me expuse durante tanto tiempo que terminé con un caso grave. El atardecer era la peor hora. Estábamos cubiertos de sudor y la incomodidad se irradiaba a cada célula. Lo que sucedería era evidente. Entraríamos en una psicosis predatoria – compulsión de movimiento – como si fuéramos […]

Tiempo de claridad

Un gato que descansa a la sombra                                           de un bloque,                     mientras los hombres                                          sudan y gritan,                                          construyen un edificio,                                                             derrumban otros,y los carros pasan,                   escupen humo                y desapareceny el sol se pone y sale                 sobre fuego                                agua                                      sed                                          frío         y todos gastan su aliento,desafía la muerte             incluso la del tipo                                   que lo describemientras agoniza sobre […]

La locura de muchos

El Toque de los Dioses es algo peligroso. Si te eligen para ver más allá del velo, tu mente podría quebrarse ante las visiones que no fueron hechas para los ojos humanos. Crecí en un mundo donde lo sobrenatural coexistía con lo cotidiano, y esa dualidad marcó mi vida desde el comienzo. Conozco de cerca la línea que separa lo divino de lo mundano, y he visto cómo ese contacto con lo inefable puede dejar cicatrices profundas en quienes lo experimentan.

Un presunto héroe

Contaban que era un veterano. Sacando la ropa – viejas prendas del color de los uniformes – no había mucha información al respecto. Tampoco teníamos manera de averiguarlo con él. Si hablaba, con su voz de niño, era para pedir un cigarro, un peso para un café o decir algo que apenas se entendía. A […]

Miss Midnight and the freaks (Ball in a Corner)*

Miss Midnight,que pasa cruzando…sus pies…en el mismo ánguloque el vaso en la mesa, sostiene al borracho,visto desde…la esquina, por transeúntes que transitan y van…y vienen…hasta los rincones públicos…e íntimos,habitados,por los masturbadores,los vampiros…y los ladronesy violadoresy asesinoshaciendo fogatas, donde se refugian transeúntes,perros,bajo la lluvia,tras pasar la esquina. Miss Midnight baila.Mientras,los perros duermen,ladran,orinan la esquina, junto al […]

Despedida de duelo.*

El viejo banco del parque ha muerto                                          atropellado              por un borracho,                    que no sabía diferenciar                                derecha de izquierda,                          manejando un Hundai                                                  con olor a tienda. Era mi amigo.Cuando lo conocí                  su única compañía                  era un latón de basura                             que no decía una palabra                                    y jamás le alegraba                                                     las tardes                                                           ni dejabaque nadie se le acercara. […]

Adiós inocencia

Colgué el teléfono. Todavía en aquella época, y durante varios años, sería susceptible ante las recriminaciones familiares y aquella, como todas, tenía una dosis de gratuidad que no lograba entender y un tono de moralidad que no podía ubicar en el mundo real. Estaba alterado. S me llevó por el pasillo que daba de la […]

El aire tira la puerta

El aire tira la puerta                   y sólo queda                              silencio;                              una hoja de papel              […]