Epifanías y parodias
Siempre me gustó la noción de “Epifanía”. Creo que la primera referencia me vino de Fito Páez – Tus regalos deberían de llegar- y ese primer verso (“Epifánico silencio”). En algún momento encontré el significado. Conecté bastante con la idea de la ceguera contrapuesta a la revelación – no niego que soy susceptible a los símbolos religiosos – y estaba seguro de que era algo universal. Le podía suceder a cualquiera. No fue hasta después de leer a Hesse – particularmente Siddhartha y con alguna investigación sobre la vida de Gotama – que la idea se integró en mí. Me sentía cómodo sin el elemento religioso. No me creía tan especial como para que Dios viniera a darme tareas especiales y Él, de existir, tendría mejores prospectos. Pero me apropié el término.