El viejo banco del parque ha muerto
atropellado
por un borracho,
que no sabía diferenciar
derecha de izquierda,
manejando un Hundai
con olor a tienda.
Era mi amigo.
Cuando lo conocí
su única compañía
era un latón de basura
que no decía una palabra
y jamás le alegraba
las tardes
ni dejaba
que nadie se le acercara.
Mi otro amigo
y yo
nos sentábamos
a veces una tarde completa
y la noche
hasta las primeras horas de la madrugada
a oír sus historias pornográficas
violentas
trágicas.
Era de ese tipo que lo hace a uno pensar
acerca de la vida
muerte
amor
mujeres.
Más de una vez nos emborrachamos
y me hizo cuestionar
mi papel en el mundo.
Ahora pienso que quisiera
levantar sus restos,
patético Hamlet
yo
él sin razón de ser
sólo un pedazo de mármol.
Era mi amigo
y entre toda la mierda
resultó más vivo
que cualquier
otra cosa.